Fetuccini Salsa Corasound

  La Cocina Caos  Es cocinar, tomar un poco de vino,  salir a andar en bici y comer escribiendo esto.   La esencia de la Cocina Caos es el azar. Sabemos muy poco. Cocinamos en el medio de la nada. No somos nada.  Sólo dos o tres certezas.  Había champiñones, un tarro de alcauciles o alcachofas. Un nuevo jardín, recientemente plantado y regado. Se cocina sobre eso, y de pronto surge la idea de andar en bicicleta por dentro del jardín. De eso resulta:   Fetuccini con salsa corasound de champiñones y alcachofas   - Fetuccini fresco - Un tarro de corazones de alcachofa - Una bandeja de champiñones. - Cilantro. - Tomate maduro. - Pimiento. -  Ajo. - Cebollín. - Ajo. - Jengibre. - Queso rallado Saltear champiñones y corazones de alcachofa con tallos de cebollín y poco aceite. Una vez dorados se le tira un chorrito de vino blanco. Sal. Salsa Corasound. Tomate maduro, cilantro, pimentón, ajo, jenjibre, aceite  y cebollín rallarlos en el mini pi...

Reloj alcaucil parte II

Vuelvo a hablar de un vegetal, misterioso y surrealista.
La alcachofa o alcaucil, artichoke, carxofa, artichaut, carchiofo,
               артишок, articsóka, etc. Hasta su nombre tiene reminiscencias de sueño.
Hice una búsqueda para encontrara una buena inspiración para la alcachofa en literatura, pintura, pero en el lugar menos esperado encuentro una descripción que de tan científica se siente extrañamente surreal. 

"El órgano de consumo lo constituyen una pequeña porción del pedúnculo, el receptáculo carnoso y la base carnosa de las brácteas, del capítulo floral inmaduro. Las flores son lo que se conoce como la pelusa o pelos de la alcachofa y son desechadas al momento de consumir el receptáculo. El capítulo floral debe ser inmaduro pero del máximo tamaño posible (variable según cultivar y uso culinario, desde menos de 50 g a casi 500 g), compacto, de consistencia suculenta, con las brácteas tiernas y sin fibras. Al sobrepasar el momento óptimo de madurez, las cabezuelas se empiezan a abrir y se tornan coriáceas e inutilizables."
                                                       http://www7.uc.cl/sw_educ/hort0498/HTML/p126.html 



Comerse una flor inmadura, cuyos pétalos llamados brácteas anticipan la carnosidad del receptáculo (corazón) suena a ciencia ficción, a seres de otro planeta. 
La paciencia de ir hoja por hoja hasta descubrir las hojas violetas próximas al centro, va en contra de la comida rápida, va con lo irracional, la lentitud del rito de la degustación, de saborear desde la mínima expresión de una porción, cuya culminación es un bocado de apenas una cucharada.
¡Tanto para ese ínfimo bocado! Y cómo captar ese color, de mantequilla gris, con toques amarillos que se tornan suavemente a un violeta rosa.
No queda más que saborear esos colores, la ternura dulce, de un gris cálido, amargores dulcificados por el sol, blanda ternura que se deshace entre los dientes. No hay como capturar ese sabor, solo mordisquear el resto que dejó cada bráctea al ser arrancada, para alargar ese momento.





Comentarios